Estos días, al hilo de la formidable actuación de Mireia Belmonte en los campeonatos europeos de natación, las redes sociales se han hecho eco de una entrevista que concedió en agosto del año pasado (leer entrevista), en la que el titular decía que “importa más el pelo de Sergio Ramos que mi récord del mundo”. Y en otra fase de la entrevista, cuando el periodista le pregunta si faltan muchas ayudas, contesta “creo que si haces un esfuerzo y dedicas toda una vida a representar a tu país, lo mínimo es que te lo reconozcan y te ayuden todo lo posible”. Este post, es un homenaje a todos aquellos, que sin tener el pelo de Sergio Ramos, hacen de su vida un esfuerzo diario por representar a su país. A todos aquellos, que posiblemente, jamás leerán este artículo. A esos que jamás ganarán una medalla, ni batirán un récord del mundo, ni volarán a Australia a competir en ningún campeonato. A esos, que se levantan a las 3 de la mañana, para hacer que el pan esté caliente cuando los demás vayamos a comprarlo. A los que, como esos tres hermanos jumillanos, trabajan toda la noche, limpiando sótanos, hasta las seis de la mañana, y todavía tienen fuerzas para contarte chistes de gitanos y guardiaciviles. A ese ingeniero, que se ha ido a competir en otra liga y a representar a su país a Brasil, o a Alemania, o a Dubai. O a esa muchacha, de 50 años, que ha fichado por una empresa de mantenimiento de limpieza en Londres, a un precio sin competencia. A los que continúan ayudando a su país a rebajar las listas de desempleo, con su búsqueda infructuosa diaria, sin ningún tipo de ayuda, sin ningún eco mediático, sin ninguna recompensa. A toda esa gente, que hace que este país de verdad funcione. Que se mueva, que tenga alegría a pesar de la que tenemos ahí fuera. A esa gente, que no pierde la esperanza, incluso a los que ya la han perdido, pero se niegan a aceptarlo y luchan por recuperarla. Esto es un homenaje, a los que TAMBIÉN, hacen un esfuerzo y dedican toda su vida a representar orgullosos su país, y que jamás verán ningún tipo de ayuda. Al menos, que no se queden sin reconocimiento. El mío, lo tienen. Gracias, por todo lo que estáis haciendo. Gracias a vosotros. Gracias.
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A veces nos centramos en las partes, sin darnos cuenta de que ampliando la mirada, y viendo la totalidad, somos capaces de generar nuevas opciones. Especialmente en esta época de dificultades, es necesario cambiar nuestro punto de vista, nuestras ideas preconcebidas, nuestras limitaciones internas, para conseguir esos objetivos que nos marcamos. Creemos que tenemos que cambiar nuestro físico, nuestra situación laboral, nuestro coche, el balance de nuestra empresa, incluso nuestra forma de ser y de pensar. Y nos dan un montón de herramientas para ello. Lo que no nos suelen decir, es que el cambio es imposible. Uno no cambia cuando quiere. El gusano no decide un día convertirse en mariposa, así, por las buenas. Es más, cambiar ¿a qué? ¿para qué? El cambio, sucede cuando estamos preparados. Ese es el único secreto. Ni antes ni después. Por eso, es muy peligroso provocar los cambios, porque puede pillarnos por sorpresa, no estar preparados para ellos y pasarán de largo, no nos daremos cuenta de que han sucedido, o en el peor de los casos, serán contraproducentes. ¿Cómo podemos prepararnos para recibir los cambios? Ojalá existieran recetas mágicas, os las daría ahora mismo. Pero no las tengo, ni creo que nadie las tenga. Lo que sí creo que podemos hacer es aceptar con gratitud cada una de las cosas que nos suceden, porque todo sucede para algo, todo tiene una finalidad. Ampliar nuestra mirada, y no quedarnos en lo anecdótico, transitorio o pasajero, por difícil que sea la situación, por mal que lo estemos pasando. Buscar nuestros referentes, guías, y "copiarles". Y seguro que cada uno de los que estáis leyendo esto, tenéis vuestras propias técnicas. Pero sobre todo hay una especialmente importante, y es cambiar nuestra posición como observadores de lo que nos está pasando. Porque simplemente cambiando nuestro punto de vista, ya estamos provocando el cambio, y, al fin y al cabo, ¿no era eso lo que buscábamos? |
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