Hace unos días, terminamos el primer Seminario de Inteligencia Emocional Práctica para Docentes, que hemos realizado gracias al interés de un sindicato de docentes, y acabamos de empezar con el segundo. Ha sido muy gratificante tener la oportunidad de trabajar junto a maestros y profesores, y yo diría que una de mis mejores experiencias profesionales. Además, poder hablar de Inteligencia Emocional, con esas personas que quizá un día se encuentren con mis hijas en el aula, ha hecho que este curso haya sido especial en todos los sentidos. Particularmente significativo, fue el comentario, casi unánime por parte de los maestros en este caso alumnos, de la necesidad de mayor formación de este estilo, con la que poder tener mejores herramientas para enfrentarse a las relaciones que se producen en el aula y en su entorno. Este curso ha estado basado en el propio autoconocimiento. ¿Qué es lo que nos pasa? ¿Qué es lo que sentimos? ¿Dónde nos situamos cuando nos enfrentamos a un alumno con alguna dificultad? ¿De qué manera nos relacionamos con los padres? ¿Cuales son las emociones en las que basamos cada uno de nuestros comportamientos? Fue muy curioso como el primer día, los alumnos (algunos), esperaban una batería de herramientas, trucos, y quizá algo de magia, que les ayudara a sobrevivir en ese día a día, y su cara de sorpresa al decirles, que lamentablemente en este curso no estaba incluido ese recetario, y ver como al final, después de un duro trabajo interno, cada uno de ellos, se fue con sus propias recetas, y con el convencimiento de que van a ser capaces de continuar creándolas en el futuro. Y es que ya lo dicen Elsa Punset: "No es magia, es Inteligencia Emocional". Los trucos no existen. Y si existen, no funcionan para todo el mundo de la misma manera. Lo que sí existe es que cada uno es capaz de desarrollar su creatividad emocional, de forma que pueda adaptarse mejor a su entorno. Existe la posibilidad de cambiar de perspectiva, de adaptar tu lenguaje, de intentar entender qué mensaje nos está transmitiendo la persona que tenemos delante. De todas formas, si aun así alguien sigue queriendo una receta, allá va, al menos los ingredientes. Las cantidades, al gusto de cada uno, pero recomiendo que sean generosas: - Una buena dosis de exploración interna. - Remueve. Cambia tu lugar, tu posición y ponte en el lugar del otro. - Déjalo reposar, y mientras, vete quitándole todos los juicios y etiquetas. - Pregunta, desafía, reta, y respeta, sobre todo, a ti mismo. - Amplia tu mirada. Las cosas no suceden porque sí. Busca las relaciones, las conexiones, las lealtades, y los patrones que se repiten. - Define objetivos. Sé claro en ellos. Busca el compromiso. En especial el tuyo. Y si todo esto no funciona, vuelve a empezar. :-)
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